¡Sólo quiero pagar!

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Escribe un lector de B2000 para expresar su "padecer" al intentar pagar una multa por mal estacionamiento. 

Municipalidad

Hace unos días, con un inusitado nivel de despliegue, recibí en mi domicilio una notificación por parte de la Municipalidad de San Carlos de Bariloche como consecuencia de unas infracciones de tránsito cometidas hace un tiempo. Se trataba de unas actas por estacionar en lugares no permitidos. Vale aclarar que el lugar no permitido se limitaba a una porción del baúl de mi auto en la zona del cordón pintado de rojo. Sin pretender excusarme, ni intentar demostrar mi inocencia, ni las proporciones del vehículo estacionadas en la zona del cordón blanco, acepté con resignación la infracción cometida y me allané al pago voluntario.

De forma muy cordial, una empleada del Tribunal de Faltas me indicó que estaban sin sistema y que no podían cargar las infracciones. De este modo, si no las cargaban, yo no podía pagar -ni tampoco obtener el beneficio del pago voluntario que está acotado a unos pocos días-. En ese momento recordé que hacía poco había existido una situación con una empresa de telefonía que en una actitud mala, mala y muy mala había dejado al municipio sin servicio porque éste no le pagaba. ¡Claro! El municipio puede intimar el pago y notificarte que te van a ir a buscar con la fuerza pública para llevarte a comparecer ante el Tribunal de Faltas por estacionar una rueda en el cordón pintado de rojo, pero puede no pagar por los servicios que consume. No existe la simetría en esto: el privado sólo tiene que pagar. El Estado puede no cumplir, uno que es un simple ciudadano por supuesto que no.

Mientras mi mente se retrotraía a imágenes televisivas de la edad media, previas a la existencia del Estado de derecho, donde no había ciudadanos sino meros esclavos de un todopoderoso y vengativo Señor feudal, amo de las tierras, que disponía de todo a su arbitrio, la voz cordial de la empleada del Tribunal de Faltas me volvió a la realidad del Siglo XXI. Me indicó que si bien ellos no podían procesar el trámite, sí podían hacerlo en Hacienda.

Me dirigí a Hacienda. Bien temprano, porque resulta que debo trabajar para poder hacerme del dinero necesario para tributarle al Estado mi derecho a estar a vivo. En Hacienda me informaron que debía presentarme en el box de tránsito. En el box de tránsito que debía sacar un turno con la letra A. Y en el mostrador que atiende las letras A me indicaron que debía ir al Tribunal de Faltas, lo cual retrotraía el círculo a su inicio. Cuando expliqué que venía de allí me dijeron que entonces debía pasar por tránsito, donde me volvieron a indicar que debía sacar un turno con la letra A. Y así sucesivamente…

Un tanto perplejo con la situación, expliqué que yo sólo era un ciudadano que quería pagar por la infracción cometida. Una vez más, con mucha cordialidad se acercó una persona a explicarme que quien carga las infracciones de tránsito no estaba y que no sabía si vendría el día de hoy porque no dependía de Hacienda sino de otro organismo. Claro que ese otro organismo es otra dependencia de la misma Municipalidad. Le expliqué que había plazos legales para el pago voluntario y que el municipio no me estaba dejando cumplir con mis obligaciones.... o derechos… a esta altura ya no sabía bien qué me estaban impidiendo.

Averiguó, fue y volvió, siempre con una excelente predisposición. Mientras esperaba en el mostrador, otros ciudadanos me contaban sus experiencias propias con estos y otros trámites… historias fantásticas y fabulosas… porque parecían auténticas fantasías y fábulas sacadas de vaya a saber uno qué tipo de mente. Eran historias que ni los villanos más crueles y perversos del cine, reunidos en una mesa de truco y luego de unos cuantos tragos, hubieran si quiera podido imaginar.

Yo contemplaba la situación absolutamente incrédulo: filas de gente enojada porque no podía tributar por su derecho a vivir. ¿Sería real o estaría inmerso en un sueño? Una vez más, mientras me hundía en las profundidades de mis elucubraciones reaccionarias y antisistema (que tan sólo consistían en recordar las lecciones republicanas de Educación Cívica del secundario y los sacrificios de los próceres de la Patria), la voz cordial de la empleada municipal me trajo de vuelta a la vigilia consciente: “no podemos hacer nada, por favor, venga mañana”.

Le sonreí, le agradecí y atiné a exclamar: “¡solo quiero pagar!”

Nota de la Redacción: El usuario que envió esta nota se identificó y sus datos fueron corroborados. No obstante, solicitó mantener los mismos en reserva por temor a represalias por parte del Gobierno Municipal.

25 abril, 2019
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