Anna

Columnistas

 Muy pocos fenómenos a lo largo de la historia de la humanidad han marcado nuestras sociedades y culturas como lo ha hecho una pandemia. Así, en escenarios deshumanizados, faltos no solo de dicha y justicia, sino también de equidad, se desarrolla “Anna” de Niccoló Ammaniti, publicada el 29 de setiembre de 2015. Escribe Nora Blok.

El brote epidémico causa, en breves días, la muerte de adultos y tiene una peculiaridad: los niños la incuban, pero no los afecta hasta que crezcan. Se manifiesta con manchas en la piel y culmina con fiebres, problemas respiratorios y muerte.

La tensión narrativa no está ausente y se urden episodios en los que la protagonista (Anna) va armándose para no creer “en las mil leyendas sobre cómo curarse de la Roja”, enfrentar su realidad: (…)” nunca había conocido a nadie que superase los catorce años” y en disipar los miedos por amor a su hermano Astor.

En consecuencia, Anna Salemi (13 años), hija de María Grazia Zanchetta y de Franco Salemi, junto a su hermano Astor (8 años), en tiempos donde nada parece razonable o predecible, deben sortear situaciones de riesgo y peligro impropias para niños de sus edades.

Las tres partes en las que se organiza: “La finca de la Morera”, “El gran hotel de las Termas Elíseas” y “El estrecho” dan cuenta de tierras arrasadas y atajos que hacen de Anna alguien con experiencia en la que no importa la edad biológica, sino la social y personal.

En esas trayectorias, se le une Pietro y un perro que acumula nombres: “Pánfilo”, “Manson” y “Mimoso” y, con ellos, remite a diferentes momentos de su vida perruna, en los que impera –como para todos- la pesadilla del paraíso perdido.

En una zona rural, cerca de Palermo (Sicilia) y en un mundo sin adultos, sin reglas ni cuidados, se hilvana esta historia conmovedora, y el dibujo de escenarios exclusivos de la modernidad que acumulan sordidez y escenas desagradables.

Se revisa el pasado de los personajes y cómo llegan a este presente reacio a la esperanza, a pesar de la mariposa de su tapa y de la meta de Anna, quien como los actuales refugiados, urde la metáfora de atravesar el mar.

En los últimos cuatro años de su vida, Anna – testigo del derrumbe del mundo y de su mundo- nunca se quiebra ni piensa en acabar con todo, pues comprende que “la vida es más fuerte que todas las cosas. La vida no nos pertenece, nos atraviesa”.

Con el auxilio del “Cuaderno de las Cosas Importantes” (legado de su madre) puede elaborar y reelaborar prácticas vitales que acumula y la sostienen. Movimientos de circulación de la niñez al mundo adulto y, como corolario, la transformación, el recelo, el camino incierto y colmado de contingencias se convierte en una curiosa metáfora.

Inscripta esta novela en la distopía, un subgénero de la literatura de ciencia-ficción, es crítica, pero puede también ser conservadora, pretende sacudir y “Anna” logra “desgarrar el corazón”.

El término distópico aparece en el siglo XIX. Ricard Rui Garzón señala: ”La gente ha empezado a creer que el género fantástico y la distopía en él, permiten prepararse mejor para la imprevisibilidad de lo que se avecina”. Tiene como referentes dos títulos: “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y “1984” de George Orwell. El miedo, la coacción, la falta de libertad son los elementos principales de esta clase de narraciones.

Niccoló Ammaniti (Roma, 1966) con varios premios (el Strega y el Viareggio). Cinco de sus novelas han sido llevadas al cine. Es parte de la generación italiana “Los caníbales”, junto a los que ha publicado libros de cuentos y antología.
En esta lírica del horror presente, introduce ingredientes nuevos en el subgénero. Como señala Marco Missiroli (“Corriere della Sera”):”Un escritor sin límites que afronta su narración más íntima. Y también más cruel. Ammaniti ha diseñado un apocalipsis con un realismo quirúrgico. Ha escrito una novela sobre la vivencia del presente. Y sobre nuestras posibilidades de ser lo que somos cuando nada nos lo permite".

24 abril, 2021
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