Autorretrato sin mí

Columnistas

Después del imperio del desasosiego (“Patria”), surge “Autorretrato sin mí” (2018): realidad humana, en aparente desorden, en las que sobresale lo literario en lugar de lo confesional. Escribe Nora Blok sobre la obra de Fernando Aramburu para su columna.

En la primera página, la editorial le asigna el número trescientos de una colección “Marginales” y un subtítulo que induce a investigar: “Nuevos textos sagrados “. Esto, sin dudas, habilita a una lectura despaciosa y ávida.
Título provocador que se dimensiona, después de paladear la lectura total, cerrar el libro y escrudiñar algunas páginas otra vez. Con certezas, a la luz de principios morales, entender y juzgar se resuelven- también- en los otros y con los otros.
Breviario dividido en seis partes con sesenta y un relatos. Trasuntos humanos, a través de la palabra, y -en ellos- el recorrido por una vida privada. Se cuela la memoria personal en episodios agazapados, múltiples y cavilaciones sobre el amor, la familia, el recelo, la amistad, como muestra de los sempiternos temas que nos atraviesan.
Ese yo y su enunciado (“Su vida y la mía”) nos trae a la memoria a Gorka, aquel memorable personaje de “Patria”. En el hogar paterno, el menor de los hermanos tiene mucho de este narrador en primera persona, cuando transita el mundo de los libros y el agrado por los bienes culturales.
En el escenario íntimo, surge – además- la figura del padre con reincidencia (“El viejo”, “Lluvia” y “Lección involuntaria”). Trozos de vivencias certifican que “la historia es irreparable. Lo que ocurre ocurrió” y evocarla no está exenta de lo que movilizó.
Una biografía hecha de sucesos singulares, cuyo eco persistente lo humedecen de ideas nuevas y antiguas y sentimientos, sin perplejidades. La nostalgia asalta, agazapa y acrecienta esa condición personal, que recupera una y otra vez.
Lo señala con rigor: “ser humano es mi vocación, mi tozudez, mi condena” Nadie lo duda en el camino que propone. Un regreso, incansable, en derredor de evocaciones y huellas, en las cuales se redimensiona lo descriptivo.
En esos treinta y cinco años con “La Guapa” (su mujer), una declaración continua: “en ella me he depositado, en ella reposo y con ella existo, tengo un centro, me río y me apeo”.
Su madre un ser “de cuarzo que mantenía a raya la tristeza” después de cincuenta años, la claridad del vínculo, como el pan y la manzana, siguen siendo sinónimos de vida.
Isabel, su hija, “(Línea del destino”) el afecto más doloroso lo educa en la compasión. En un crucial momento, lo inesperado acarrea dolor: “Recorreré las calles recogiendo las lágrimas de la gente. Te lo debo a ti, Isabel, a cuyo lado, sin que te dieras cuenta, aprendí la compasión”. (“Hombre humano”)
Hay lecturas y autores que, con idéntica valía, se exteriorizan como el hondo privilegio de haber podido internarse en ellos. Así, “Argumento”, en un lenguaje comprometido con el uso poético, explicita la deuda con alguien con quien aprende” a amar al hombre”.
Fragmentos de vida que eligen el formato de autorretrato, sin la presencia del protocolo de la autobiografía. Es un subgénero y no por ello menor, pues -en sus aspectos menos solemnes- encontramos la verdad histórica de un hombre.
Algunos críticos señalan que esta producción literaria es “unas vacaciones” después del éxito arrollador de “Patria”. Pero, aunque siempre la intención o propósito, en un autor, suele ser escurridizo por qué no pensar en otras razones.
En su visita a Argentina, ha dicho: “El éxito es algo que deciden los demás (…) Es también un riesgo que uno termine no reconociéndose delante del espejo”.
Quien rememora la despedida del muchacho en “Donostia- San Sebastián”, ciudad y municipio español situada en la costa del Golfo de Vizcaya, y se instala en Hannover (Alemania) por amor, solo tiene claro que “morir en la cama (como Unamuno) sería ideal y que se “conforma con un buen paseo por la vida”.
Una existencia –como todas – singular. No requiere de biografías y, en cuanto al “malentendido que resulta el éxito”, en todo caso, su percepción es que se trata de “un viento que un día sopla y que otro dejará de soplar”, por lo tanto, su tozudez lo ancla en lo que todavía tiene para decir, más allá de lo íntimo, poético y convincente.

 

18 noviembre, 2019
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