Con nombre propio (capitulo dos)

Entrevistas

No solo turistas fueron los atrapados de forma imprevista por el aislamiento obligatorio, también trabajadores. Cómo fue la historia de María, la mujer que lloró.

María Villalba aportó su testimonio desde Resistencia, Chaco.
Gentileza

*Por Mario Sandoval

Los primeros días de mayo representan para Bariloche el comienzo del frío, para entonces en el 2020 empezábamos a darnos cuenta que las medidas de aislamiento se prolongarían más de lo previsto y para muchos fue la motivación de salir a pedir ayuda.

La fría mañana del cinco de mayo, con el cielo ya gris, María Villalba pidió hablar, contar su historia, pedir, con los ojos llenos de lágrimas asomando por encima del barbijo.

Describió como había llegado a trabajar en una firma de estética. Su arribo a Bariloche fue el 8 de diciembre del 2019 y comenzó a trabajar el día 10 del mismo mes. Era una oportunidad importante, porque con ese dinero ayudaba a su familia en el Chaco. Describió agotada como desfilaban sus consultas en dependencias oficiales locales y chaqueñas. Como nunca llegaba a obtener un dato concreto.  Describió su situación avergonzada, “me están manteniendo” dijo, indicando que la alojaba la misma persona que la había contratado, pero que eso no podía prolongarse. “Fue hermoso estar acá, pero ahora es torturante…”, el cierre de la entrevista muestra como mira hacia el lago, mientras comenzaba a llorar.

El Caso de María tuvo un último capítulo derivado de su salida pública. Lamentablemente su testimonio, quizás producto de los alterados ánimos sociales, despertó que muchos barilochenses quisieran ayudarla, pero también otros tantos comentarios que hacían referencia a que ella venía a esta ciudad a robarle el trabajo a quienes aquí viven expresado en términos muy agresivos. Esto motivó que la propia mujer respondiera a los comentarios de algunos lectores argumentando en contra de aquellos términos.

“¿Cómo se llama mi barrio?...Libertad se llama”. Desde Resistencia, María se predispone al diálogo y lo hace agradecida. Le llamó mucho la atención ver un código de Bariloche en el teléfono. “Casi no contesto” dijo. Luego se predispuso a conversar de aquellos días de angustia.

Recordó que animarse a dar la entrevista resultó clave. Que empezaron a agilizarse las gestiones y pudo salir de Bariloche tres días después de aquello. Se ríe cuando piensa que llegó un día ocho y se fue un día ocho, redondeando cinco meses exactos en la ciudad. Los 9.000 pesos que debió pagar por el viaje de regreso quedaron grabados en su memoria, la ayudaron para poder afrontar ese pago, sus últimos ingresos los había recibido el 18 de marzo. Recuerda el viaje como una experiencia espantosa, muy difícil, con múltiples paradas y tener que bajar de contrabando del micro para conseguir algo que comer.

Sobre los comentarios que recibió sobre que había ido a sacarle el trabajo a los barilochenses recuerda que le molestó mucho. “Contesté por eso, me ofrecieron un trabajo y lo acepté. Se supone que somos libres”. Igual menciona que esas expresiones fueron minoritarias. Que siente que la gente fue muy solidaria con ella.

Fue mucha la gente que se comunicó. Me brindaron ayuda para poder sostenerme en aquel momento. “Gracias a todos los que se comunicaron entonces, estoy infinitamente agradecida”. Recuerda especialmente a Karina, “una mujer que se desempeña en una chocolatería de Bariloche con la que seguí en contacto, me llamó para que  viviera en su casa si hacía falta, muy fuerte ese gesto”.

A sus padres no les contó que estaba regresando. Ellos ya estaban angustiados, habían visto la entrevista y no estaban en condiciones económicas de brindarle ayuda. Así fue que su regreso se vivió con una alegría y sorpresa absoluta.

La vida de María tuvo un giro inesperado y positivo. Luego de cumplir con el aislamiento preventivo. Unos antiguos empleadores se comunicaron para saber si podían ayudarla. Habían visto la entrevista y suponían que ella aun estaba en Bariloche. Cuando les contó que ya había vuelto a Resistencia, le ofrecieron empleo en una firma de cobranzas. De este modo, su tiempo sin ingresos fue breve y esto le permite mirar la vida con otra perspectiva.

“No crean que no voy a volver” dice riendo. “Me quedé con las ganas de conocer  más”. Certifican esta afirmación la fotografía de uno de sus perfiles en redes sociales. A su espalda, se aprecia el Nahuel Huapi, con su  brillo majestuoso. El lago al que una vez miró llorando, sin saber que a lo mejor, fueron esas las lágrimas del regreso.

21 septiembre, 2020
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