Crímenes

Realidad, ficción e imaginación

Nora Blok analiza la primera obra del escritor alemán Ferdinand von Schirach. Desde su experiencia como jurista, escribió en este libro once relatos cortos de los casos más curiosos y entramados que vivió a lo largo de su trayectoria.

Crímenes

Por Nora Blok para Realidad, ficción e imaginación de B2000

¿Quién hizo qué a quién y con qué intención? Son los interrogantes que nos introducen en once relatos cortos del mundo judicial alemán y sus procedimientos. Ya en el prólogo hay dos enunciados que convocan a una aguda reflexión.

Uno de ellos: “Nos pasamos la vida danzando sobre una fina capa de hielo; debajo hace frío, y nos espera una muerte rápida. El hielo no soporta el peso de algunas personas, que se hunden. Ese es el momento que me interesa. Si tenemos suerte, no ocurre nada y seguimos danzando. Si tenemos suerte”.

El otro, una reflexión de un tío juez presidente de un tribunal de jurado: “La mayoría de las cosas son complicadas, y la culpabilidad es siempre un asunto peliagudo”.

A lo que se agrega que, su autor, es defensor penalista en Berlín y de los casi setecientos casos -que lo mantuvieron en vilo por una u otra razón- escoge estos de fácil lectura; en los que se enfrenta y nos desafía a la escurridiza verdad con la que cada uno de los actores de la justicia deben enfrentarse al dictar y acatar sentencia.

Cuestiones de hecho o cuestiones de derecho aparecen y decidir si la acción confesada viola una ley específica. En efecto, cada uno de ellos se circunscribe a un sujeto o varios que provocan un daño.

Hay delitos de distinto tenor; pero crueles todos. Sin embargo, al narrarlos en un lenguaje llano y con la ausencia de algunos procedimientos literarios, en cada uno, el sentido humanitario y hasta la ternura los ventilan.

Puede resultar contradictorio porque nos asoma a un submundo escalofriante y que –en la actualidad- conforman los grandes titulares de los distintos medios de comunicación.

Es una mirada particular puesto que los abogados no desconocen que, aun asuntos de hecho filtradas por “las pruebas”, con frecuencia, están sujetos a interpretación. Como así también, que las causas no deben respaldarse solo en el árido daño causado, deben –además- proteger los intereses de las partes implicadas.

El bien y el mal; el fracaso o el éxito dan cuenta de diferentes perfiles y de la necesidad, en todo caso, de dejar al lector de realizar el análisis pertinente y valerse del “libre albedrío” en estas situaciones, dado que su intención es presentar las vicisitudes de sus defendidos de un modo “objetivo”.

Así, circulan las historias delictivas con la discrecionalidad de la confesión -sin artilugios- al abogado que las represente y con rituales útiles en una amplia confianza al procedimiento judicial. En algunas, queda la duda sobre la culpabilidad o la inocencia.

Uno de sus críticos señala: “Todos seríamos capaces de hacerlo en circunstancias similares”. Es una de las escalofriantes premisas que se escapan de entre las páginas de “Crímenes”.

Es verdad que nadie está exento. Y más que una proposición quizás sea la columna vertebral de todos los relatos seleccionados. Encontrar- en ellas- el sustento del propósito de los mismos, una provocación.

Los personajes que circulan son seres devastados por distintos motivos. Su arribo al delito despliega el horror, la sorpresa y la agitación. Cada infracción narrada no deja en estado irreflexivo al lector.

No obstante, seres enajenados o que se enajenan, dadas las circunstancias, conforman una galería interesante. Un comisario con una dilatada experiencia que “sabía que las historias más absurdas podían ser ciertas, y las más creíbles inventadas” aconseja:” sigan el dinero o el esperma. Todos los asesinatos se explican por una u otra cosa”.

En este relato, hay algo de eso; pero no todos obedecen a ese punto de vista. Descubrir la verdad, la culpa y hacer justicia son tareas que llevan un tiempo prudencial (no eterno) por la complejidad del comportamiento de los seres humanos.

La crítica da a conocer su análisis siempre loable. De todas ellas, una que resume, tras cerrar el libro, acierta, en términos generales: “A Von Schirach le interesa la complejidad del crimen, que describe con sobriedad, dejando siempre que el lector entienda al criminal y sienta simpatía por él” (“Die Wele”)

Detrás del narrador hay un escritor que adopta un punto de vista como tal. A la zaga de ello, una vida real. Es la primera obra literaria de Ferdinand von Schirach. Un éxito en su país y un premio: “Kleist”.

La manera en que explicita las contraposiciones del espíritu humano no le son extrañas. Es nieto de uno de los líderes del III Reich condenado en los juicios de Núremberg. Hecho del que toma nota a los doce años y, sin dudas, las huellas calan hondo en esa criatura y en su mirada profesional.

Dejos de comprender al otro y sus circunstancias es una de sus características. Y lo hace muy bien. Lo humano prevalece por sobre todo. Las gestiones con sus clientes actúan como aval y el vínculo que establece no termina con el caso cerrado. Desde allí, pergeña su papel de abogado defensor con éxito y buenos recuerdos.

“Crímenes” cuenta con treinta traducciones y se prepara- de esta producción- una versión cinematográfica. Su nueva novela “El caso Collini” (última producción) avanza hacia un lugar privilegiado en ventas.

14 septiembre, 2017
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