El caso Moro

Columnistas

Escribe Nora Blok para su columna sobre la obra de Leonardo Sciascia.

En todo gran acontecimiento, es posible detectar una serie de sucesos anteriores que convergen en él. Cuarenta y un años después, hallar un texto literario- difícil de clasificar- resulta provocador por su base resistente, de minuciosa investigación y valoración de los acontecimientos.

Marzo de 1978, en Vía Licinio Calvo, a escasos metros de Vía Fani (Roma) secuestran a Aldo Moro, político democristiano, cuatro brigadistas vestidos como pilotos de Alitalia, quienes – además- aniquilan a cinco miembros de su escolta.

Es el hecho que registra, con consternación, el mundo entero. “El caso Moro” una producción que responde a “la historia como novela, la novela como historia” (Norman Mailer).

Una intención: revertir el proceso de distorsión al que algunos sectores (instituciones, políticos y medios de comunicación)envuelven la figura de Aldo Moro.

Así, sobre la base de un tercio de las ochenta cartas que escribió -en cincuenta y cinco días de cautiverio- en la “prisión del pueblo” de las Brigadas Rojas (BR) se escribe la historia.

El recorrido por el suplicio -cargado de numerosas sospechas, especulaciones y verdades a medias- deja sin aliento a un lector ávido por arribar a determinadas certezas.

Lo extratextual – a su vez - se desliza y complementa. La referencia a Jorge Luis Borges, Miguel de Unamuno, en la tarea de redención de una figura política, es la insistencia a desbrozar.

La creación de un ser de ficción, desde el registro de la manipulación, que enloquece por el miedo a morir y olvida su construcción política, encuentra algunas voces en su auxilio para lograr una comprensión más nítida.

En las emisiones epistolares públicas de Aldo Moro, con la anuencia de las BR, y con destinatarios puntuales, se instalan errores innegables, en medio de una aparatosacantidad de operaciones -sin preocupación por la calidady por la intransigencia- demasiado visibles.

Las BR intentan salvar a Aldo Moro con el planteo, en sus comunicados, de la liberación de un número de terroristas encarcelados y la esfera política, mientras tanto, se niega considerar las exigencias de estos.

Sin embargo, en una Italia que convive con la mafia siciliana, con la camorra napolitana y con el bandolerismo sardo, no se arriba a acuerdos.

El resultado de los intercambios concluye en un juicio, que desemboca en condena y ejecución de Aldo Moro. El sendero del escándalo arroja una serie de rumores: voluntades debilitadas, conexiones internacionales, acciones singulares de los medios, entre otros.

Rumores que, en todo caso, “no son nada tranquilizadores para el contribuyente” como tampoco la creación de un Comité Interministerial por la Seguridad, creado “ad hoc”, con escasos días de reunión.

O la escasa operatividad del Grupo-Político-Técnico que preside el Ministro del Interior. Ambos, según consta en informes, desarrollan gestiones improductivas.

El 9 de mayo se halla el cadáver de Aldo Moro en el maletero de un Renault 4 rojo. Deja a una familia constituida por su esposa Eleonora Chiavareli (Noretta) y cuatro hijos.

Informa un terrorista dónde encontrar su cuerpo en una calle de Roma,y ello -a ojos vistas-resulta no casual. En el terreno político, institucional y mediático, por su parte, se instala una atmósfera con descrédito no solo en Italia.

El reparo, en este último detalle (dónde encuentran el cuerpo), es todo un símbolo: a mitad de camino de las sedes centrales de la Democracia Cristiana y del Partido Comunista Italiano (PCI).

El comunicado de la familia no solo explicita dolor: “la familia se encierra en el silencio y pide silencio. La historia juzgará la vida y la muerte de Aldo Moro”.Es – además – una declaración de ruptura por lo que no se hizo o se hizo mal.

El corolario es que hay un funeral privado en la localidad romana de Torrita Tiberina y una ceremonia fúnebre en la basílica de San Juan de Letrán, que preside Pablo VI y oficia el cardenal Poletti.

Un ovillo es la intrincada red de referencias intertextuales que componen “El caso Moro”.Puede resultarnos fascinante solo a unos pocos. De todas maneras, hay aspectos de este texto que lo hacen apreciable.

Sciascia cierra su historia con un llamamiento directo a sus lectores, invitándoles a leer la totalidad del caso Moro, y discernir qué elementos son ficticios y cuáles reales.

Sin dudas, no es una actividad fácil. Son indispensables datos históricos para cerrar un acontecimiento, que presenta muchos interrogantes e invita a continuar indagando.

Leonardo Sciascia (Sicilia) periodista y más tarde uno de los novelistas más importante de la posguerra. Declara que, en su activismo político, siempre subraya una férrea oposición a cualquier manifestación de poder.
En su producción literaria, es frecuente hallar personajes e historias de la realidad en una mezcla con la ficción laboriosa.

23 octubre, 2019
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