El lector de Julio Verne

Columnistas

La segunda entrega de “Episodios nacionales” es “El lector de Julio Verne” de 2012. Una vez más, ficción y lealtad a la verdad histórica se conjugan para transitar por las alternativas de la trágica e interminable guerra que viviera España.

Una fecha: 1947, una estación: verano y un lugar: Fuensanta de Martos son el marco de la historia que protagoniza y vivencia un niño de nueve años, Nino, y que es contada desde la adultez.

Un tiempo exacto de desarrollo narrativo: el trienio del terror (1947-1949) en el que un acatamiento ciego e incondicional a Franco consiente que la violencia, la humillación y la tristeza se enseñoree y someta a toda una aldea.

Una historia que se hilvana desde encuadres diferentes: novela de aventuras y como tal se engarza en el misterio para aligerar la pesadumbre de una realidad cruenta. La trama –también- urde tópicos de la novela psicologista, por cuanto hay profundidad en el tratamiento de las particularidades y complejidades de un buen número de personajes.

Esos ojos de niño descubren, desde la casa cuartel donde vive junto a un padre guardia civil, su madre (Mercedes) y sus hermanas, algo obvio: las cosas no siempre son lo que parecen.

Un pueblo que no es grande. Todos se conocen. Con costumbres que –a pesar del terror, de los pésames y ropas teñidas de oscuro- permanecen en la crianza como para escurrir el espanto diario de entender que la verdad es solo la parte de verdad que conviene en determinados contextos.

Juega, como todo niño, va a la escuela y presta atención a lo que ocurre. La comprensión de ello vendrá más tarde. Desfila una galería de personajes. Muchos de ellos en la clandestinidad y otras –como las Rubias- resisten a cara descubierta.

Es un forastero – Pepe el portugués- quien al arribar a su pueblo se convierte en “su amigo”. Se establece en un molino, aislado y logra un vínculo -con numerosos momentos- en los que Nino comienza a crecer, de espaldas a su familia.

Solitario personaje que va, por su modo de actuar, descubriendo pistas que se cierran al final; pero que el lector olfatea a poco de presentarse. Es, sin dudas, un personaje clave.

Hay hechos desgarradores que fortalecen decisiones, como, por ejemplo: que nunca será guardia civil y se impone “la necesidad de prometerse que nunca, jamás, por ninguna razón, ningún motivo colaboraría, ni de cerca, ni de lejos, en la desgracia, en el dolor, en la cárcel o en la muerte de nadie”

Logra otro amparo, en ese difícil tránsito en la niñez: Julio Verne y, a través de la lectura de sus aventuras, husmea un mundo posible que lo convierte en otra persona (aun niño), en una comarca de un país de asesinos y asesinados.

Y así, en medio de mentiras y silencios oficiales, Nino, en ese territorio cotidiano manifiesta lo que una guerra conlleva y, al hacerlo, por esas lecturas de Verne y otros autores podrá aventurarse a resolver cuestiones que, como a Sísifo, llevará sobre sus espaldas.

Pero, además, se aprueba tomar algunas medidas futuras, por ejemplo,” Honrar la presencia de los vivos y la memoria de los muertos, una corona de laurel simbólica para el monte y para el llano…”

Arribar a este punto tiene una antesala: conocer que a los fusilados se los mata de frente, que algunos cierran la boca con un tiro mortal de necesidad, que matar a la gente por la espalda, en ese entonces, era el deber de muchos españoles, que la información que facilita la tortura nunca es fiable.

Ancla con sus aprendizajes, desde la marea de una maquinaria de la mentira, a la noche de abril de 1949 con sus once años porque acaba la guerra que no iba a acabar nunca.

De este modo, enuncia que (…)” Había sido una suerte que doña Elena no tuviera más que quince novelas de Julio Verne y no sus obras completas, porque de lo contrario quizás no hubiera llegado a leer a Stevenson a tiempo, me di cuenta de lo que estaba viviendo no pasaba en un libro, sino en la realidad, una noche de abril de 1949”.

Con todo pesar, revela el alto precio en el dolor que debieron cancelar o esconder o triturar. No obstante, casi todos tienen su segunda oportunidad en la vida. Una vida que nunca será como antes, pues los tejidos del cuerpo y del espíritu ya no son los mismos.

El final no sorprende; pero sin él hubiera quedado otro sabor y fantasear con que -con él- son posibles esos derroteros y no se fagocita la resistencia en aquellos tiempos.

Los comentarios finales de la autora sobre su proceso de escritura colaboran en clausurar la historia. Así, la escritora es la ganadora del Premio Nacional de Narrativa 2018 por “Los pacientes del doctor García” que es – también- una parte de su saga “Episodios de una guerra interminable”.

 

 

 

15 enero, 2019
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