Garantizar derechos: una forma de esclavizar a la gente

Opinión de Lectores

Escribe el lector Juan Galti, en esta ocasión para analizar el uso del dinero por parte del Estado y la forma en la que se financian algunos derechos.

¿Quién inventó el dinero?  

Es una pregunta tramposa. Nadie tuvo un momento eureka en el que dio a luz a lo que hoy en día llamamos dinero. El dinero es un orden espontáneo: un producto de la acción humana pero no del designio humano.

El dinero, genéricamente, es un bien de intercambio que la humanidad ha empleado para sustituir las complejidades del trueque. Cualquier bien puede ser usado como dinero, siempre y cuando sea útil para ser intercambiado por otro. De este simple precepto se deduce que ese bien tiene que ser, entre otras cosas fraccionable, trasladable y no perecedero. Con el lento devenir de las transacciones comerciales, el oro y la plata se impusieron como moneda.

Una observación importante: tanto el comercio como el dinero, son anteriores a la existencia del Estado. El comercio no necesita de Estado para florecer, ni mucho menos el dinero estatal es un requisito para la organización de una sociedad. El dinero no fue estatal hasta bien entrado el Siglo XIX.

Evidentemente, el dinero no vale por sí mismo, sino por aquello que puede comprar: un montón de billetes en una isla desierta en la que no hay absolutamente nada, no compran nada. En la historia del Rey Midas, éste muere de hambre. Esto es un punto fundamental.

¿Cómo obtenemos el dinero? Hay dos formas: a) se intercambia por algo ya producido o por tiempo de trabajo, o b) se roba. No existe algo que sea gratis. Todo bien económico existe porque alguien lo produjo, alguien trabajó, alguien transformó la naturaleza en algo intercambiable por dinero.

¿Y a qué voy con todo esto? Si el dinero no crea la riqueza, entonces que no hay manera alguna en que el Estado pueda garantizar un derecho si no es a costa de que alguien produzca algo. Si le pedimos al Estado que "garantice" fondos para lo que sea, por más que nos parezca un fin increíblemente valioso (sea educación, salud o una fiesta popular con un artista de moda), eso equivale a darle la potestad para obtener por la vía de impuestos el fruto del trabajo de los ciudadanos. Y los impuestos son una exacción coercitiva. O sea, la apropiación violenta de algo que es de otro. Y que legitimemos los fines perseguidos, no le quita el carácter de robo.

Como sociedad, tenemos que entender que garantizar un derecho, es exactamente lo mismo que reducir a la gente a la esclavitud. No existe un derecho garantizado que no sea a costa de la riqueza producida mediante el trabajo. Riqueza cuya forma material es el dinero. Es decir, exigirle al Estado que garantice fondos, implica quitarnos el rango de ciudadanos para reducirnos a meros siervos de la gleba.

Las ideas, importan.

Juan A. Galti

juan.a.galti@gmail.com

23 febrero, 2024
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