La historia del scout que, a bordo de su Unimog, y en plena nevada, lideró varios rescates en Bustillo

5 mayo, 2024
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Matías Basalduá y Ana Ocaranza salieron a las calles en medio del temporal del sábado. Ayudaron a mover colectivos y autos que no podían avanzar por la avenida. Lo hicieron a bordo de una vieja autobomba que llegó desde Austria, pasó por la costa bonaerense y ahora circula por la Patagonia.

*Por Leonardo Carrizo

En la noche del sábado, Matías rompió con la tranquilidad de su hogar. Busco sus borcegos, algo de abrigo y tomó las llaves de un Unimog que todavía guarda el característico color de los vehículos de rescate. Ana, su esposa, es quien le dio aviso de lo que estaba ocurriendo en un tramo de la avenida Bustillo: colectivos de pasajeros y vehículos particulares se habían cruzado sobre el asfalto por la presencia de nieve. Sin dudarlo encendió el motor, esperó un poco y se puso en marcha, lento pero firme, en dirección a quienes habían agotado sus opciones frente a un temporal cuyas consecuencias se mantienen en las calles.

Matías Basalduá lleva consigo las enseñanzas que le dejaron los Scouts cuando joven. Bajo la premisa de demostrar que los hechos valen más que las frases que se repiten en tazas, almohadones o las redes sociales, se puso al frente de un operativo que ejecutó a la perfección. Se acercó al chofer de un colectivo con turistas, que había quedado sobre una rotonda, le ofreció remolcarlo y lo devolvió a su itinerario para que pudiera llegar a destino. Lo mismo hizo con un colectivo de la empresa Mi Bus que, a falta de recursos como cadenas en sus ruedas, pudo llegar al centro después de permanecer encajado en la nieve.

“La idea es que tratemos de ayudarnos entre todos, más como están las cosas complicadas”, confiesa al explicar su motivación para dejar la comodidad de su casa, y también su trabajo, para ponerse al servicio de los demás. Afortunadamente esa noble actitud se contagia. Y es lo que sucedió cuando esa misma noche auxilió a otro colectivo, lo acercó hasta una parada del transporte público y logró que el chofer llevara a una docena de pasajeros que –sin saberlo- aguardaban por un servicio que estaría ausente sin aviso.  

En cuestión de horas los comentarios no se hicieron esperar. También hubo fotos y videos de un vehículo que ante el blancuzco paisaje que había dejado el temporal se destacó por su color rojo bermellón. Y es que esa tonalidad no es casual si se tiene en cuenta que responde a la historia de un todoterreno que llegó a nuestro país en barco desde Austria, sirvió a los bomberos voluntarios de Villa Gesell y, tras su retiro, reposa en una zona boscosa del oeste de Bariloche.

Pero Matías no estuvo solo en esta patriada. Además de Ana, también contó con el respaldo de su hijo que puso manos a la obra mientras regresaba por Bustillo a la casa familiar ubicada en el kilómetro 18,700. Todos pasaron varias horas sobre la ruta yendo de un lugar a otro. También le dieron una mano a grupos de turistas que, con sus valijas a cuestas, caminaban bajo la nieve –a oscuras- por donde entendían que tenía que haber una banquina.

“Esa es la idea, con el ejemplo, porque a veces no hace falta mucho”,  repite sin dejar de lado que ni siquiera hace falta contar con un Unimog para una acción solidaria, sino que a veces un simple gesto puede reconfortar a otra persona en un momento adverso donde las urgencias mandan.

Esa misma vocación de servicio es la que Matías y Ana vuelcan a la junta vecinal del barrio El Trébol, en sus roles como secretario y presidenta, y la que expresan cuando recuerdan los rescates y los incendios en los que estuvo ese Unimog en los médanos de la provincia de Buenos Aires. Un todoterreno que recorrió más de 13.000 kilómetros para conocer el Nahuel Huapi, fue reparado por un ex combatiente de Malvinas y, tras varias décadas, se le sigue dando arranque para acudir en ayuda de quien lo necesite.

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