Recuerdos que brotan de a poco

Crónicas / por Hans Schulz

Este viernes 26 de mayo visita Bariloche Roman Danon, un sobreviviente del Holocausto, nacido en la ex Yugoslavia. Hans Schulz comparte una reflexión al respecto.

[Imagen: Thekla, sub-campo del campo de concentración de Buchenwald, Alemania, Abril 1945; Foto: Eric Schwab]

 

Recuerdos que brotan de a poco

Roman Danon en Bariloche

Por Hans Schulz para Crónicas de B2000

 

Este viernes 26 de mayo a las 13.30, en la Sala de Prensa de la Municipalidad, en una charla organizada por la Comunidad Judía de Bariloche y AMIA, nos visita Roman Danon, un sobreviviente del Holocausto, nacido en la ex Yugoslavia. Escucharemos entonces y de primera mano la palabra de uno de aquellos que  atravesaron el horror. Comparto unas reflexiones.

I

Tramas y negaciones

Unos días atrás el activista neonazi alemán Horst Mahler, de 81 años de edad,  pidió asilo político al gobierno conservador nacionalista de Viktor Orbán en Hungría. En Alemania, en el 2009, había sido condenado a diez años de prisión por haber negado públicamente la existencia del Holocausto. Incumpliendo los plazos para terminar de cumplir su sentencia se decidió a cruzar la frontera a un país que en su deriva autocrática ha mostrado claras simpatías por la nueva derecha y a los que su gobierno llamó los “perseguidos políticos” de la Europa globalizada.

Como es el caso de cada estado europeo durante la Segunda Guerra Mundial,  Hungría tiene su propia y sombría historia en relación al Holocausto. Aliada de la Alemania Nazi, hasta el mes de octubre del año 1944, las comunidades judías de ese país permanecieron indemnes. Cuando los alemanes finalmente la ocuparon y el partido de la Cruz Flechada implantó su régimen de terror comenzó la tragedia. O, mejor dicho, el crimen. El partido de la Cruz Flechada implantó un régimen de terror. Según la investigadora francesa Annette Wieviorka la mayoría de los 435.000 judíos húngaros deportados a  Auschwitz durante la primavera de 1944, fueron destinados a las cámaras de gas. Los demás se distribuyeron como trabajo esclavo en el vasto y complejo universo concentracionario que los nazis habían desarrollado en la Europa por ellos ocupada. 

Fue el SS Adolf Eichmann, con su celo criminal de eficiente burócrata antisemita, el funcionario nazi que estuvo a cargo de la operación de deportación y exterminio. En 1950 escaparía a la Argentina donde, luego de 10 años de no tan oculta permanencia, sería secuestrado por un comando del Mossad  para ser juzgado y condenado a muerte en Israel en un juicio ejemplificador. Fue ejecutado en 1962.  

Podríamos seguir aquí con esta tarea de enlazar geografías, historias, acontecimientos y personajes a lo largo del globo y del tiempo. No lo haremos. Optamos por una anécdota actual que nos condujo al pasado y a otras tantas vinculaciones históricas no tan sanctas que a veces conducen a nuestro propio país. 

Pero cuando hablamos de Mahler, el abogado guerrillero de la ultra izquierda alemana  convertido a neonazi en la década del 80 del siglo pasado, también podemos hablar del inglés David Irving, miembro conspicuo de la extraña y raleada secta de los negacionistas europeos actuales. Y podemos hablar de él porque hace sólo unos pocos meses se ha estrenado una película que con meticulosa precisión relata los avatares del famoso juicio que a lo largo de varias semanas del año 2000 lo tuvo como protagonista junto a la historiadora norteamericana Deborah Lipstadt. Hablamos de “Negación” (Denial), filme estrenado en 2016, dirigido por Mick Jackson. La historiadora norteamericana, consultora para el Museo del Holocausto de Washington y miembro del Consejo de Memoria del Holocausto de los Estados Unidos bajo el Mandato del presidente Bill Clinton, publicó en 1994 el libro que dio origen a la demanda del inglés: “Negando el Holocausto, el continuo asalto a la verdad y la Memoria". Lipstadt también es conocida por haber acuñado el concepto de “negacionismo blando” (soft-core), en contraposición al “duro” (hard-core), que tan bien representa David Irving. En ambos casos y en diversos grados lo que está en juego no son las negligencias casuales de los cientistas sociales que llevan a resultados aleatorios sino la manipulación deliberada e intencional de las evidencias históricas con fines políticos por parte de alguno de ellos. 

II

Reconstrucción histórica

Y si hablamos de historia, trabajosa es sin ninguna duda la reconstrucción de los acontecimientos del pasado y complejas y discutidas las interpretaciones que suscitan sus conclusiones. No es casual que en el año 2011 el investigador Enzo Traverso titulara uno de sus libros “La historia como campo de batalla”. 

Año tras año nueva documentación aporta inesperadas pistas al infinito rompecabezas de la reconstrucción del tenebroso infierno que representó el genocidio judío. Libros recientes como: “1945. Cómo el mundo descubrió el horror”, de la historiadora francesa Anette Wieviorka, “Un escritor en guerra. Vasili Grossman en el ejército rojo, 1941-1945”, del escritor inglés Antony Beevor y el voluminoso volumen “KL. Una Historia de los campos de concentración nazis” del historiador anglo alemán Nikolaus Wachsmann,  iluminan  este proceso de indagación continua que intenta comprender el por qué y el cómo de lo que realmente ocurrió. En base a testimonios presenciales, Wieviorka describe la llegada de periodistas y fotógrafos “al corazón maléfico de la Alemania Nazi y la confrontación brutal con lo que desde 1942 se sabía confusamente sobre la destrucción de las comunidades judías de Europa”. Para los acostumbrados a leer testimonios de primera mano y escuchar las experiencias de testigos de la tragedia el libro es imprescindible. Escribe que para los soviéticos, durante décadas, Auschwitz y su descubrimiento por parte del Ejército Rojo, fue un "no acontecimiento". En el texto cita al sobreviviente Primo Levi en "La tregua” cuando escribe: “La primera patrulla rusa avistó el campo hacía mediodía del 27 de enero de 1945…Eran cuatro soldados jóvenes a caballo que avanzaban cautelosamente, metralleta en mano, a lo largo de la carretera que limitaba el campo. Cuando llegaron a las alambradas se pararon a mirar, intercambiando palabras breves y tímidas, y lanzando miradas llenas de extraño embarazo a los cadáveres descompuestos, a los barracones destruidos y a los pocos vivos que allí estábamos.”

Beevor, en su vívida reconstrucción de los cuadernos inéditos del escritor, periodista y corresponsal de guerra ruso Vasili Grossman, describe la llegada del ejército soviético a Majdanek y Treblinka, en julio de 1944: “Esto dio lugar a revelaciones aún más estremecedoras que las de las matanzas de Babi Yar, Berdichev y Odessa. (…) En Treblinka el ejército rojo consiguió localizar a unos cuarenta sobrevivientes del campo. Grossman los entrevistó y también a los campesinos polacos de los alrededores. Su informe, una reconstrucción de la experiencia sufrida por las 800.000 víctimas a partir de sus entrevistas, se publicó en noviembre bajo el título “El infierno de Treblinka””. El texto está disponible en Internet y bien vale una lectura para saber de qué estamos hablando.

El libro de Wachsmann, publicado en el año 2016,  es un profundo y detallado análisis del vasto y complejo universo concentracionario nazi  que entre 1933 y 1945 se extendió sobre una gran parte del territorio europeo. De sus 1100 páginas, 400 componen el cuerpo erudito, es decir las citas, los anexos y la bibliografía. Sin lugar a dudas se trata de un complemento riguroso de investigación académica que se suma a otras tantas  obras ya publicadas a lo largo de las últimas décadas. 

III

Testigos presenciales

“La designación del Mal, si bien le da su marco, no agota el trabajo de la verdad”, dice la socióloga Claudia Hilb en uno de sus ensayos. Podríamos agregar que la labor de esclarecimiento  en pos de la verdad histórica en miras a las próximas generaciones no ha concluido y seguramente no concluirá nunca. Como educadores los ejemplos de Horst Mahler o de David Irving nos asignan responsabilidades. 

En Argentina tuvimos Nazis, en Bariloche también. Ausentes de la II Guerra Mundial, nos vinculamos a su trama criminal una vez finalizada. Hubo negaciones, complicidades, arrestos y extradiciones. La última, en 1998, cuando el criminal ustasha Dinko Ljubomir Sakic, de la ex Yugoslavia, fue entregado a las autoridades croatas.  

Este viernes 26 de mayo a las 13.30, en la Sala de Prensa de la Municipalidad, en una charla organizada por la Comunidad Judía de Bariloche y AMIA, nos visita Roman Danon, un sobreviviente del Holocausto nacido en la ex Yugoslavia. Escucharemos entonces y de primera mano la palabra de uno de aquellos que  atravesaron el horror. 

A los interesados que estarán presentes sólo resta decirles  que a medida que pasan los años y los acontecimientos se desdibujan, la escucha de estos testimonios es cada vez más necesaria.  

23 mayo, 2017
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